Cuenca, tradición y cultura
martes, 27 de diciembre de 2011
La cocina cuencana
Cuenca es una ciudad del centro sur de la República del Ecuador, es la capital de la provincia del Azuay y de la Región 6. Está situado en la parte meridional de la Cordillera andina ecuatoriana. Su Centro Histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1999. Es llamada la Atenas del Ecuador por su majestuosa arquitectura, su diversidad cultural, su aporte a las artes, ciencias y letras ecuatorianas y por ser el lugar de nacimiento de muchos personajes ilustres de la sociedad ecuatoriana. Sombreros hechos a mano son una especialidad en el Ecuador y se venden a los turistas de todo el mundo que visitan Cuenca.
TRADICIONES EN CUENCA
El Pase del Niño en Cuenca es, sin lugar a dudas, una de las manifestaciones de religiosidad popular más importantes del país. Esta fiesta refleja, como pocas, la cultura y las tradiciones de un pueblo que expresa sus creencias en múltiples y variadas formas del folklore. El Pase del Niño tiene como centro el culto al Niño Dios. Ceremonias en honor de un dios naciente tienen su origen más remoto en las culturas helénicas y románicas. Concretamente, en Roma, el 25 de diciembre se celebraba el nacimiento del Sol asociado a la imagen del César. Al imponerse el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, esta fecha continuó vigente, festejándose en ella el nacimiento de Cristo. Se conoce que en Europa fue San Francisco de Asís quien celebró por primera vez en forma llamativa la Natividad de Jesús, con una recreación de los hechos en la que gentes humildes del campo representaban a la Virgen María, San José y el Niño Jesús. Pronto, esta costumbre, alentada por los franciscanos, se difundió por todo el mundo cristiano. Esta orden religiosa y otras difundieron desde los tiempos de la Colonia en nuestro país, el culto del pequeño Jesús, a través de novenas, misas y arreglo de pesebres.
Tradición en Cuenca
Cuenca es el lugar del país en donde mayor acogida ha tenido la tradición de los pesebres y el culto al Niño Dios durante las celebraciones navideñas. Las familias cuencanas, además, con el paso del tiempo han añadido elementos autóctonos propios a esta celebración. Las procesiones en que sus participantes (mayoritariamente niños) hacen uso de disfraces religiosos y profanos, se conocen como "Pase del Niño", pues su centro es siempre la imagen Jesús infante, generalmente vestido con ropajes muy elegantes, de seda, terciopelo y bordados con elementos plateados o dorados. Estos desfiles, que cuentan con la participación masiva de las clases populares y el campesinado, son organizados año a año en la ciudad y en los pueblos aledaños. Se inician el primer domingo de adviento y terminan el martes de carnaval. Todos los preparativos son realizados con mucha anticipación por priostes y mantenedores. Los primeros son las personas que auspician social y económicamente el evento y son elegidos cada año, de acuerdo a circunstancias que pueden variar de pueblo a pueblo. Muchos deciden hacerlo voluntariamente, mientras que otros son designados por el prioste anterior o por la comunidad. Los mantenedores, en cambio, son personas que se responsabilizan de todos los aspectos relacionados con el Pase y se encargan de mantener viva la tradición, por lo que duran en su función largos períodos.
Pases mayores y menores
Los Pases del Niño son de dos tipos: mayores y pases menores. Los primeros son aquellos que cuentan con un gran número de participantes y en cuyas procesiones, se rinde culto a imágenes del Niño Dios que pertenecen a templos o comunidades religiosas. Los pases menores implican un número menor de participantes y tienen, por lo general, un carácter familiar. Existe un ritual muy complejo que precede a la realización de los pases mayores y menores, que incluye la invitación y la velación. La invitación se hace con varios meses de anticipación y se dirige tanto a gente del campo como de la ciudad. Todos los invitados reciben, de parte del mantenedor, un regalo, consistente en pan dulce comúnmente conocido como "costra" y chicha. El aceptar este regalo implica un compromiso para participar en el pase. Finalmente, una noche antes de la misa, se realiza la velación, en la que todos los participantes "acompañan" la imagen del Niño Dios en una iglesia, en el caso de los pases mayores, o bien en la casa de la persona que celebra la fiesta, en el caso de los pases menores. En las velaciones que se realizan en los hogares, es común que los invitados aporten aguardiente y comida, y de esta forma todos celebren juntos este acontecimiento que culminará en la madrugada con una taza de café, agua de canela o chocolate con pan.
El Pase del Niño Viajero
El más importante de los pases, es aquel que está dedicado al "Niño Viajero", y se lo celebra el 24 de diciembre de cada año en la ciudad de Cuenca. Se conoce con este nombre a una imagen del Niño Dios que fue mandada a esculpir por doña Josefa Heredia en el año de 1823. Su último dueño, Monseñor Miguel Cordero Crespo, realizó en 1961, una peregrinación a varios lugares de Tierra Santa, acompañado por la imagen, a la que al final del viaje, bendijo el Papa Juan XXIII.
A su retorno a Cuenca, el pueblo entusiasmado le dio a esta famosa escultura el título de "Niño Viajero", y desde ese entonces se le rinde culto con mucha pompa el día de Navidad, en la gran procesión o "pase", que generalmente inicia a las 10h00 y concluye aproximadamente a las 15h00. La procesión se inicia en la avenida Ordóñez Lazo y recorre la calle Simón Bolívar, en el centro de la ciudad.
Se pueden observar todos los elementos típicos de la celebración: vistosos e innumerables carros alegóricos, bandas populares que interpretan canciones dedicadas al Niño, conjuntos musicales campesinos, niños disfrazados de personajes bíblicos, pastores, gitanos, jíbaros, saraguros, otavalos y otras etnias, y mayorales. Estos son especialmente llamativos e interesantes, pues representan campesinos de las provincias del Azuay y Cañar, que tenían gran poder y prestigio entre los peones de las haciendas; y, en general hombres y mujeres del campo de muy buena posición económica. Sus trajes -estilizaciones del atuendo de los cholos y cholas de la región-, por lo tanto, son muy vistosos y elegantes, para expresar riqueza.
Conducen siempre caballos cubiertos por finas mantas o tejidos de lana y seda, y aprovisionados con el "castillo", (conjunto de alimentos armado en forma de guirnaldas con frutas, legumbres, bombones, botellas de licor, juguetes etc.) Los "castillos" constituyen "ofrendas" al Niño, y se coronan de bandeja con alimentos preparados, a veces van en los caballos de los mayorales y en ocasiones son llevados en los carros alegóricos, o bien en canastas cargadas por los pastores.
Los alimentos más frecuentes son papas cocidas, huevos duros, ajíes y animales como chanchos horneados, cuyes, pavos y pollos asados, los cuales llevan con frecuencia lazos de cintas y billetes en sus hocicos o picos.Finalizado el pase, existen celebraciones posteriores en cada una de las familias participantes, las que luego del desfile se dirigen a sus casas y proceden a desarmar con cuidado los castillos. La comida de la ofrenda es repartida entre los miembros de la familia y sus invitados, en un gran festín. El Pase del Niño en Cuenca es una manifestación religiosa popular, de gran riqueza etnográfica y, pese al tiempo y la continua presencia de elementos culturales foráneos, se mantiene en todo su esplendor. Y es que ésta es una fiesta que no responde únicamente a la fe sencilla de las clases populares, sino también al deseo de resaltar y valorizar elementos culturales que las caracterizan y enorgullecen.

El Parque Nacional Cajas se encuentra ubicado al occidente de la ciudad de Cuenca (Ecuador) . El límite este está a 20 Km. de la ciudad. El Parque tiene una superficie de 28,544 hectáreas y fue establecido legalmente el 6 de junio de 1977. La altitud mínima es de 3150 m.s.n.m. en Llaviuco y la máxima de 4450 m.s.n.m. en el Cerro Arquitectos.
El Parque toma el nombre de la palabra quechua "caxas" que significa "frío." Existe otra versión de que su nombre es por la apariencia producida por su tipo de formación geológica, que forma"cajas" en las cuales se encuentran las lagunas.
Su administración se realiza por la Ilustre Municipalidad de Cuencay su empresa ETAPA a través de la Corporación Municipal Parque Nacional Cajas. Se pueden realizar caminatas, acampar, escalada, pesca deportiva, ciclismo de montaña, fotografía y observación de aves.
Catedral de Cuenca
GASTRONOMIA CUENCANA
Fiesta y Gastronomía en Cuenca
La fiesta y la gastronomía se unen tanto entre nosotros, que casi se podría parafrasear así el adagio popular: “dime qué festejas y te diré qué comes”. Además, es importante la presencia del maíz en la preparación de muchas comidas como el tamal, el mote pata, el mote pillo y bebidas como la chicha, el rosero y el morocho.
Diciembre es ideal para venir a Cuenca. Todo el color de la religiosidad popular y el neo-barroco estallan el día 24, en el Pase de Niño.
Sus reminiscencias solares las subraya el ritual de la chicha brindada a los priostes y a los asistentes, además del pan tradicional de la pascua navideña.
El fin de año está marcado por la alegría de la fiesta general. En cada esquina hallamos tablados de Año Viejo, donde, con grandes muñecos, imaginativos y grotescos, se representan escenas que satirizan el momento político nacional o internacional y hechos recientes.
Navidad y Año Nuevo son fastos marcados por el pavo, una presencia internacional en nuestra comida; y los tamales y buñuelos; ambos tienen como base la harina de maíz. Unos y otros, deliciosos.
El tamal cuencano está hecho de una masa de harina de maíz ligeramente cocida, que se rellena con carne de cerdo, huevos duros y pasas, se la envuelve en hojas de achira y se la cuece al vapor. Un regalo al paladar.
Las familias conservan viejas recetas de buñuelo, pero lo fundamental de ellas es la dosis exacta de harina de maíz precocida con anís, a la que se añaden huevos y leche, batiendo a mano hasta el agotamiento. Las porciones de masa cremosa se fríen y doran en manteca de cerdo y se sirven con miel. ¡Como para chuparse los dedos!
En febrero, pese a ser fiesta móvil, normalmente se celebra el Carnaval. Se baila, come y bebe en abundancia, pero también se mojan las personas, siguiendo viejas tradiciones entre hispanas y locales, sin límites de condición ni estado. Es la apoteosis del agua.
El mote-pata, quizá el rey de los platos típicos cuencanos, domina la mesa: una densa sopa de maíz pelado, en caldo de carne de cerdo, con pedazos de dicha carne, longaniza y tocino, y condimento de semilla de sambo (una calabaza muy común entre nosotros), tostada, molida y preparada en un refrito de cebollas y leche.
Marzo o abril conmemoran la Semana Santa. Las procesiones del Domingo de Ramos tienen un rasgo poco ecológico, pero pintoresco: las palmas tejidas –algunas, verdaderas obras de arte popular- que llevan a bendecir los fieles, son cada una de ellas, una planta, que se trae desde las regiones cálidas de la provincia del Azuay, cuya capital es Cuenca.
Gastronómicamente es la hora de la fanesca, otra de esas comidas pantagruélicas, en cuya preparación se usan doce ingredientes, según la tradición, en recuerdo del número de los apóstoles: granos tiernos: alverja, haba pelada, choclo, fréjol; tres clases de calabazas: zapallo, limeño y sambo, también tiernos; arroz, lentejas, achocha, papas, col; todo se cocina por separado y se lo une y condimenta con la sazón cuencana, en leche, en la que se ha se ha cocido pescado seco, que luego se sirve sobre el plato, en una salsa dorada o escabeche.
Chumales o humitas, hechos de maíz tierno molido, condimentado con huevo batido, mantequilla y eventualmente queso, cocido al vapor, en hojas del pucón que envuelve la mazorca, son el complemento del gran plato central.
Junio es el período de Corpus y el Septenario: procesiones y ceremonias rinden culto al Santísimo Sacramente, a lo largo de siete noches de globos, cohetes, castillos, y todo el repertorio de los fuegos de artificio populares, y siete días de bocados dulces, fruto de la pastelería tradicional, dispuestos en mesas coloridas a lo largo del muro sur de la catedral nueva y alrededor del Parque Calderón. Un banquete no solo para el gusto sino también para la vista. Allí están las arepas de maíz de distintos tonos, las anisadas, las quesadillas, las roscas enconfitadas y de yema, los alfajores, los panes de viento, los pernilitos de camote y naranjilla, las cocadas, los huevos de faltriquera, los quesitos de manjar de leche y hostia, las bolas de coco, las naranjitas de zanahoria, las manzanitas de pan de dulce, leche, canela y yemas, las peritas de piña, las moritas de remolacha, adornadas con papeles recortados que simulan tallos.
De julio a septiembre es buena época para llegar a una ciudad tranquila, un poco desierta, por el período vacacional. Sin la agitación cotidiana de un pueblo caracterizado por su vocación de trabajo, se goza más de las bellezas de Cuenca; y se puede disfrutar de su comida: la trucha de sus ríos de altura, preparada y servida de diverso modo, en sitios pintorescos cercanos al lugar de pesca, en el camino al sector lacustre de El Cajas; las famosas carnes secas, servidas con mote pillo (maíz cocinado y revuelto con huevo y cebolla y queso) y habas, que se asan camino de San Joaquín, una parroquia rural situada a pocos quilómetros del centro de la ciudad, cuna de hábiles tejedores de canastas; la carne de cerdo en sancochos, chicharrones y fritada (el nombre depende del grado de cocción), los llapingachos (pequeñas tortillas de papa) y las morcillas, que se expenden en Sertag, camino de Gualaceo, o junto con los cuyes asados - que se servirán con papas doradas-, alineados en apetitosas tentaciones, junto a los cerdos cuya cascarita (la piel) crocante se ofrece en numerosos restaurantes populares, a lo largo de la Avenida Don Bosco; las empanadas de Baños, sitio de aguas termales a solo ocho quilómetros del centro de la urbe, o las tortillas de harina de maíz, de trigo y choclo, que cuecen en tiestos en el mercado de Gualaceo, regadas por el dulce morocho (bebida caliente a base de maíz cocido, azúcar y canela) o el rosero (bebida fría de maíz, azúcar y frutas).
Noviembre celebra la independencia de la provincia, con desfiles, ferias artesanales, alguna presentación artística, bailes populares y elecciones de reinas, como en abril, cuando se conmemora la fundación española. Fechas antagónicas, históricamente hablando, se homologan en el festejo y se solemnizan con grandes comilonas, ya de algunos de los manjares populares descritos, ya de variada comida internacional en que abundan los restaurantes cuencanos de diversa categoría, en cualquier momento del año en que quiera usted gozar de Cuenca.
Una nueva fecha conmemorativa cierra este circuito de la fiesta y la gastronomía en Cuenca, en los primeros días de diciembre: el 1 de ese mes, en 1999, la ciudad fue designada como Patrimonio Cultural de la Humanidad e inscrita en la lista de Bienes Patrimoniales de la Humanidad el 4 de diciembre del mismo año, por sus valores arquitectónicos, tradicionales, humanos y artísticos en general.
Actos culturales, fuegos de artificio y música en la noche y estupendas ferias de la comida criolla dan lustre a esta conmemoración.
Como ven ustedes, todo el año es buena época para llegarse a la pequeña ciudad ideal para vivir, rodeada de montañas bajas, que exhiben todos los tonos del verde; villa fundada en 1557 por los españoles, en un sitio que había sido ocupado desde muy antiguo por pueblos de la región y que llegaría en la época del Inkario a ser una de las capitales del Tawantinsuyu, con el nombre de Tomebamba, uno de los cuatro ríos que la circundan y embellecen.
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